La vigilancia es una actitud básica del cristiano. Velar o estar despierto, es vivir comprometido, asumiendo la responsabilidad creyente; por eso, ser cristiano es velar. El que vela, toma la decisión de estar despierto, en cambio, el que duerme se confía y buscará después excusas o culpables. La vigilancia tiene que ver con el compromiso. Le dice el pueblo de Israel a Dios: "¿Por qué haces que nos apartemos de tus normas de conducta y endureces nuestro corazón para que deje de temerte? (Is 63, 17). Seamos sinceros y preguntémonos, ¿acaso Dios nos hace alejarnos de Él y endurece el corazón para no temerle? ¿No somos más bien nosotros los que nos alejamos de Él y endurecemos el corazón?. Sin duda, somos nosotros los que nos alejamos de Él y endurecemos el corazón, por eso, a veces quisiéramos que Dios interviniera y cambiara el orden de las cosas o realidades que nosotros hemos construido, o destruido; pero no, Dios respeta nuestra libertad y la autonomía de la realidad creada y para cambiarlas o reconstruirlas, necesitamos de la ayuda de Dios. ¿Cómo cambiar o reorientar el rumbo de nuestra vida, de la Iglesia y de la sociedad? En primer lugar, es indispensable despertar, tomar conciencia, y asumir nuestra responsabilidad creyente. «Despertar» es vivir la justicia y cumplir la voluntad de Dios. "Tú sales al encuentro del que practica la justicia con alegría y se acuerda de ti, haciendo lo que le ordenas" (Is 64, 4). Cada vez que prácticas la justicia vives los mandamientos, y se manifiesta la presencia que Dios en tu vida; pero sin esta responsabilidad creyente, opacamos y ocultamos el rostro de Dios a los que buscan y esperan verlo en nuestra vida. «Velar» es también, practicar la justicia alegremente, pues no está bien ser justo sin alegría y convicción. ¿Cómo podremos mantenernos despiertos y que no nos sorprenda dormidos el Señor cuando regrese? (cfr. Mc 13, 36). Para mantenernos despiertos hemos de vivir como si el Señor estuviera aquí con nosotros, que, de hecho, así es. Jesús vive en medio de nosotros, cuando asciende al Padre dice: "Yo estaré todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28, 20). Jesús resucitado vive en medio de nosotros, por tanto, no estamos esperando que venga, sino que se manifieste para juzgarnos. El que es consciente que vive en presencia de Dios vivirá la vida plenamente, estará despierto, vigilando; en cambio el que vive dormido no reconoce la presencia de Dios en su vida. La vida solo se vive plenamente estando despierto, despertemos de la indiferencia respecto a los que sufren, asumamos nuestro compromiso creyente haciéndonos responsables de nuestra vida y la de los demás, como nos lo manda nuestro Señor. Pbro. Lic. Marcos Montealvo Veras Vicerrector Reflexión del Domingo I Adviento – B Is 63,16-17.19; 64, 2-7; 1 Cor 1, 3-9; Mc 13, 33-37 29 de noviembre de 2020 |
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