Inmediatamente se le quitó la lepra y quedó limpio
(Lc 1, 42)
JESÚS DE NAZARET tuvo compasión con un leproso que le suplicó de rodillas que lo curara. Extendiendo su mano sobre él, lo tocó e inmediatamente quedó limpio. Ambos “violaron la ley”. El leproso según la ley antigua era considerado como una persona impura, que no tenía el favor de Dios, y tenía que estar fuera de la comunidad para no contaminar a los demás. Era una persona marginada, es decir, excluida de los beneficios religiosos y sociales de la comunidad. ¿Cuál fue la actitud de Jesús frente al leproso? ¿Qué enseñanza nos quería comunicar? ¿Qué proyecto tenía en mente? Actualmente, ¿quiénes son los marginados? Todas aquellas personas excluidas del bienestar social y religioso son los “leprosos de ahora”. En nuestra parroquia, de acuerdo al análisis de la realidad de 2007, son los adultos mayores y enfermos, y los niños. Y quizá, debiéramos incluir también a los desempleados, que cada vez son más.
EN APARECIDA los Obispos nos dicen que la globalización económica está aumentando “las desigualdades que marcan tristemente nuestro continente y que mantienen en la pobreza a una multitud de personas.” (62). Entre ellos, muchas mujeres, jóvenes, desempleados, niños, ancianos, presos. Ahora, los excluidos, además de ‘explotados’ son también ‘desechables’ (65). Reconocen que ha habido de parte de la Iglesia muy poca preocupación por ellos (100, b-c). De hecho, la mayoría de los católicos no tenemos conciencia de ser misioneros, de ser sal y fermento en el mundo (286), sino más bien estamos atrapados por una espiritualidad individualista (100). Sin embargo, cuando Jesús de Nazaret cura al leproso significa que nos ha traído un Reino en donde no haya marginados sino que todos tengamos la oportunidad de vivir de acuerdo a nuestra dignidad humana, creados a imagen y semejanza de Dios (104).
QUÉ LES PARECE si le pedimos todos los días a Dios que nos conceda el don de la COMPASIÓN. Si Jesús ha sido compasivo con usted y conmigo, entonces también nosotros debiéramos serlo con los marginados. Si usted quiere puede incorporarse a la Misión Permanente de la parroquia para ser misionero desde su casa, barrios, integrado en una pequeña comunidad de base, que nos permita acercarnos a los adultos mayores, enfermos, niños y desempleados, para ‘tocarlos’ y procurar integrarlos a la comunidad social y eclesial.
Agustín Pbro.
JESÚS DE NAZARET tuvo compasión con un leproso que le suplicó de rodillas que lo curara. Extendiendo su mano sobre él, lo tocó e inmediatamente quedó limpio. Ambos “violaron la ley”. El leproso según la ley antigua era considerado como una persona impura, que no tenía el favor de Dios, y tenía que estar fuera de la comunidad para no contaminar a los demás. Era una persona marginada, es decir, excluida de los beneficios religiosos y sociales de la comunidad. ¿Cuál fue la actitud de Jesús frente al leproso? ¿Qué enseñanza nos quería comunicar? ¿Qué proyecto tenía en mente? Actualmente, ¿quiénes son los marginados? Todas aquellas personas excluidas del bienestar social y religioso son los “leprosos de ahora”. En nuestra parroquia, de acuerdo al análisis de la realidad de 2007, son los adultos mayores y enfermos, y los niños. Y quizá, debiéramos incluir también a los desempleados, que cada vez son más.
EN APARECIDA los Obispos nos dicen que la globalización económica está aumentando “las desigualdades que marcan tristemente nuestro continente y que mantienen en la pobreza a una multitud de personas.” (62). Entre ellos, muchas mujeres, jóvenes, desempleados, niños, ancianos, presos. Ahora, los excluidos, además de ‘explotados’ son también ‘desechables’ (65). Reconocen que ha habido de parte de la Iglesia muy poca preocupación por ellos (100, b-c). De hecho, la mayoría de los católicos no tenemos conciencia de ser misioneros, de ser sal y fermento en el mundo (286), sino más bien estamos atrapados por una espiritualidad individualista (100). Sin embargo, cuando Jesús de Nazaret cura al leproso significa que nos ha traído un Reino en donde no haya marginados sino que todos tengamos la oportunidad de vivir de acuerdo a nuestra dignidad humana, creados a imagen y semejanza de Dios (104).
QUÉ LES PARECE si le pedimos todos los días a Dios que nos conceda el don de la COMPASIÓN. Si Jesús ha sido compasivo con usted y conmigo, entonces también nosotros debiéramos serlo con los marginados. Si usted quiere puede incorporarse a la Misión Permanente de la parroquia para ser misionero desde su casa, barrios, integrado en una pequeña comunidad de base, que nos permita acercarnos a los adultos mayores, enfermos, niños y desempleados, para ‘tocarlos’ y procurar integrarlos a la comunidad social y eclesial.
Agustín Pbro.
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