HILO 4
Tejiendo alianzas por el bien común
La importancia de un proyecto de nación[1]
VER
Los Partidos Políticos están permeados por una lógica pragmática y movidos por sus propios intereses políticos y coyunturales. Esta situación ha generado, que sean otros espacios, más de carácter ciudadano, los que realicen la reflexión sobre cuestiones de envergadura, tales como la necesidad de introducir cambios en el modelo de desarrollo que ha seguido nuestro país a lo largo de las última tres décadas, dada la agudización alarmante de problemáticas que aquejan a la mayoría de la población; sólo por dar algunos ejemplos:
· El número de personas en situación de pobreza en México subió de 48.8 millones a 52 millones entre 2008 y 2010, lo que significa que el 46.2% de la población se encuentra en esa situación, contra el 44.5% de 2008.
· El número de personas vulnerables por ingreso pasó de 4.9 millones en 2008 a 6.5 millones en 2010. Un elemento fundamental que explica el aumento en la pobreza fue la reducción del ingreso en el contexto de la crisis internacional, y el sector que más se vio afectado fue el urbano, y un segundo factor fue la carencia por acceso a la alimentación (por el aumento en los precios de los alimentos). (http://www.cnnexpansion.com/economia/2011/07/18/la-pobreza-se-profundiza-en-mexico)
· De los aproximadamente 44 millones de personas ocupadas en el país, más del 28% (más de 12 millones de personas) no tienen un contrato laboral que reconozca sus derechos, ni seguridad social, ni organización que lo represente. Es decir no tienen trabajo decente (o digno).
De acuerdo a datos del ITESM del año 2006 al 2010 ha habido 37,109 defunciones por motivo del narcotráfico. En los primeros 14 días de 2011, cada 40 minutos había sido muerta una persona en el país en incidentes relacionados con el crimen organizado, con un total de 507 homicidios. Se señala que 900 niñas y niños murieron en fuego cruzado y existen 50 mil huérfanos por la actual estrategia de Felipe Calderón. En México hay 43 mil menores de 18 años en las filas del crimen organizado.
Lo anterior, hasta el momento, ha motivado que diferentes personas y grupos ciudadanos de “izquierda y derecha” expongan la necesidad de introducir diversas medidas en los principales ámbitos de políticas. Es posible que los partidos políticos, conforme se acerquen los tiempos políticos adopten algunos de estos planteamientos para sus discursos de campaña, pero hasta el momento, lo que resalta, es que ninguno de ellos (al menos los 3 principales) se ha dado a la tarea de proponer lo que hoy aparece como fundamental: la necesidad de virar, y proponer un nuevo modelo de desarrollo en México, como ya antes lo hicieron países como Brasil, Argentina, Bolivia y Venezuela.
Así pues, y de manera muy general, las propuestas que hasta ahora, aparecen en el espacio del debate público son:
Economía
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Sociedad
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Política
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Justicia
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Política Exterior
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Rolando Cordera
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Reactivar el crecimiento económico
Reforma fiscal
Redistribución
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Equidad
Derechos sociales
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Parlamentarismo
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Aguilar Camín y Jorge Castañeda
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Crecimiento en infraestructura
Regulación de poderes fácticos (monopolios y sindicatos)
Incentivar el ahorro
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Equidad
Sistema de seguridad social universal vía impuesto al consumo
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Candidaturas independientes
Segunda vuelta presidencial
Referendo y poderes de veto presidencial
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Nuevo reparto de responsabilidades en federación y estados
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Reformular vínculo con EU y Canadá
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Movimiento por la Soberanía Alimentaria y Energética, los Derechos de los trabajadores y las Libertades Democráticas
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Crecimiento económico
Pacto fiscal
Banco desarrollo
Reindustrialización
Soberanía energética
Soberanía y seguridad alimentaria
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Sustitución de la política asistencial
Capacidad de innovación social
Ciencia y tecnología
Educación
Derechos sociales
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Polo social
Democracia participativa
Ley de participación ciudadana
Pueblos originarios
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Reforma al sistema de administración de justicia
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Andrés Manuel López Obrador/ Movimiento de Renovación Nacional
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Reformular modelo y estrategia de desarrollo
Eliminar privilegios fiscales
Soberanía alimentaria
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Estado de bienestar para todos
Universalidad de los derechos humanos
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Reforma política hacia el federalismo
Instituciones de participación y poder social
Participación ciudadana
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Estado democrático de derecho
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Reconstrucción de la política exterior y la soberanía.
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Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad
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Política de Estado en materia de telecomunicaciones que rompa los monopolios y genere una amplia democratización y apertura no sólo a la competencia sino el fortalecimiento de los medios públicos.
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Política económica y social que genere oportunidades reales de educación, salud, cultura y empleo para jóvenes, porque son las y los principales víctimas.
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Reconocimiento constitucional de la consulta popular, las candidaturas independientes, revocación del mandato, el voto en blanco y las acciones colectivas.
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Esclarecer y resolver los asesinatos, las desapariciones, los secuestros, las fosas clandestinas, la trata de personas.
Poner fin a la estrategia de guerra y asumir un enfoque de seguridad ciudadana
Amplia reforma en la procuración y administración de justicia que dote de verdadera autonomía al MP y al Poder Judicial, que establezca el control ciudadano sobre las policías y los cuerpos de seguridad, avance la reforma a los juicios orales y establezcan sistemas más efectivos de control judicial que reduzcan la discrecionalidad en los procedimientos y resoluciones de fondo.
Combate frontal al lavado de dinero y activos de los delincuentes
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Remisoc, a partir de los documentos “oficiales” de cada uno de los grupos.
En cuanto a la participación ciudadana, todas coinciden en la necesidad de incorporar instrumentos de participación semi directa: plebiscito, referéndum, iniciativa popular. Sin embargo, no le dan un énfasis significativo a la participación de las mujeres; y en torno a los jóvenes, sólo el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad se detiene en presentar alternativas expresamente para este sector, que como sabemos, en este momento, todavía es el grueso de la población mexicana. Otro rasgo que caracteriza a este Movimiento, es que a diferencia de las propuestas que le anteceden, pone en primer plano, la necesidad de reformar el sistema y procuración e impartición de justicia:
“El Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad se ha planteado como tarea primordial el hacer visibles y poner nombre a las víctimas. Hay dos líneas básicas, la protección a las víctimas, la memorialización y la reivindicación de éstas, por un lado; y la inflexión en la política estatal en su trato con la criminalidad organizada (fin de la militarización), por otra”[2].
Asimismo, ha hecho un fuerte llamado a la necesidad de contribuir al fortalecimiento del tejido social, ya que éste, se debilita cuando las normas de convivencia ciudadana son irrespetadas y violentadas impunemente, o cuando las leyes son fácilmente incumplidas.
Este movimiento, ha tenido un alto perfil simbólico y religioso, pero se hace evidente la necesidad de tender un puente al interior del mismo, con la finalidad de transformar la indignación en propuestas políticas, que toquen todas las dimensiones del quehacer nacional.
VER desde la fe
Para nosotros como creyentes, la realidad tiene un carácter de señal, de signo de los tiempos. Nuestra mirada entonces nos lleva a poner el foco de atención en los acontecimientos como indicadores de la buena noticia de la vida en plenitud o de la mala noticia de la carencia de vida, que es el criterio de análisis de fondo para el juicio ético que luego hacemos sobre dicha realidad. Las complejidades de la realidad política, sus instituciones, los actores, los grupos y movimientos, etc., no son para los cristianos y cristianas meros fenómenos dados al azar, o situaciones creadas por fuerzas del destino de manera determinista y sin sentido. Lo económico, lo político y lo social son los lugares seculares o temporales en los que la mirada de fe tiene que ejercer su tarea de “mirar profundo”, no son realidades insignificantes o de segunda importancia, como si lo religioso fuera sólo lo importante sin vinculación con ellas. Lo “religioso” está en ellas, si por religioso entendemos la Vida en plenitud o su carencia (Jn. 10, 10).
JUZGAR
No obstante la generalización y amplitud del rechazo al modelo socieconómico y al desempeño político del gobierno federal seguidos en las últimas décadas, éstos han permanecido inalterados por la dispersión de los distintos esfuerzos que pretenden transformarlos. Es imprescindible la construcción de un gran acuerdo, de un polo social para realizar los cambios necesarios, posibles y urgentes. Discursivamente, esto está presente en los esfuerzos de los tres principales movimientos nacionales (por la Paz con Justicia y Dignidad, de Regeneración Nacional y por la Soberanía Alimentaria y Energética, los Derechos de los Trabajadores y las Libertades Democráticas), sin embargo, no hay indicios de la posibilidad de un trabajo articulado para impulsar, al menos, los temas en los que hay coincidencia. Lo que nos hace preguntarnos, ¿cómo generar vasos comunicantes entre fuerzas sociales con trayectorias diferentes, pero con objetivos comunes?, ¿cómo generar relaciones de confianza entre diversos sectores de una misma clase social?
De lo presentado, podemos derivar que, para lograr la transformación hacia otro modelo de desarrollo incluyente, deseable y posible, se necesita de un conjunto de reformas que se retroalimentan y que son interdependientes:
1) Transformación del Régimen Político;
2) Transformación de la Política Económica;
3) Transformación de la Política Social;
4) Transformación del sistema de Procuración e Impartición de Justicia
5) Transformación del campo;
6) Transformación de la Política Exterior.
El eje orientador de todas estas reformas debe ser la garantía de la integralidad de los derechos humanos para toda la población mexicana, lo que implica apego a la democracia e inclusión social.
Juzgar con la fe
Como decíamos en el VER, las realidades seculares o temporales, que hoy nombramos como sociales, económicas, políticas, civiles, son la manifestación del paso de Dios por nuestra realidad o de su ausencia. Mejor dicho, siempre signos de Su presencia pero en momentos como manifestándose en “Gracia”, en condiciones de Vida plena, humana, buena, y en momentos haciéndose manifiesto como “Pecado”, como ausencia de Vida, como deshumanización, como perversión de la bondad. Nos toca ineludiblemente a los y las cristianas en esta historia discernir esos signos de los tiempos y ahí en esas realidades reflexionar, analizar y juzgar (el juicio como resultado de ese discernimiento) lo que de gracia y pecado existe en la realidad.
La tradición profética es la forma histórica en que la Palabra de Dios como “juicio” se presenta en la realidad. Recordemos cómo los profetas y las profetas de la Biblia proclaman el juicio de Dios en las realidades concretas de su pueblo: reyes, reinados, alianzas, luchas de poder, guerras, traiciones y engaños, etc. Y luego Jesús de Nazareth, asumiendo dicha tradición profética la lleva a plenitud desde la vivencia de la Radical Bondad del Padre-Madre Dios cuya esencia es el Amor-Compartir. Y por eso su pasión por la Justicia y la Paz radicales en todas las expresiones de la realidad lo llevan a proclamar el mensaje del reinado de Dios como la clave de juicio de la realidad contemporánea de Palestina en el siglo I en sus concreciones: el poder concreto y sus grupos como los saduceos, la casta sacerdotal, los fariseos, el rey local Herodes, el Procurador de Roma, el Emperador; las alianzas, las luchas, negociaciones y los acuerdos entre los grupos; la realidad de la pobreza extrema debido a la enorme carga de impuestos en aquella sociedad tributaria (impuestos de Roma, de Herodes, del Templo) y consecuentemente la ofensiva riqueza y despilfarro de las elites y minorías, del rey, de latifundistas, altos funcionarios, sacerdotes; la lejanía de las autoridades y de los representantes y pastores con respecto a su pueblo; la grave utilización de la religión (Ley, Templo, Sábado) como justificación y legitimación del “orden” y la organización de la vida; las formas de reacción y lucha violenta (sicarios, zelotas), las opciones espiritualistas (esenios); la “cultura” de la resignación y la desesperanza de grandes mayorías y la consiguiente esperanza de un Mesías poderoso y mágico que resolvería todo desde fuera; ¡etc.! Y luego de la muerte de Jesús, ese aprendizaje de “ver a Dios en la historia”, lo recogen las comunidades cristianas dispersas por el mundo antiguo. A la luz del Espíritu de Jesús, del Dios de la Vida, comienzan a vivir de manera alternativa en las condiciones de posibilidad en el contexto del Imperio.
Hay que decir aquí que el juicio desde la fe tampoco es un juicio aparte o separado del discernimiento y juicio que hacemos desde las ciencias sociales y humanas: la sociología, la política, la ética misma. La fe las tiene en cuenta como mediaciones y asume sus criterios y conclusiones con el criterio mayor o fundamental de fondo: ¿cómo ese tal juicio desde tal mirada económica, social, política lleva a la Vida o no, es decir lleva a acercarse al Reino de Dios de equidad, justicia, fraternidad, solidaridad, perdón y reconciliación auténticas, realización de comunidad, etc.? Por eso las opciones de juicios sobre la mejor economía posible, la mejor política posible, la mejor organización o lucha posible, etc., se harán desde ese criterio y exigen de nosotros y nosotras mucho discernimiento, reflexión honesta. Y eso también implica abrirse al diálogo, la crítica sincera, la confrontación (pensar frente al otro-con el otro), la humildad (nadie tiene toda la verdad), el reconocimiento de la argumentación del otro, etc.
Por último, reforcemos lo dicho: si el criterio dicho en cristiano es el reinado de Dios que llega a los pobres (y con ellos a todos), el criterio dicho en cristiano-humano es el respeto y vigencia de los derechos humanos integrales para toda la población, especialmente para los más vulnerables en este momento de la historia.
ACTUAR
En primer lugar, tenemos que dejar la apatía, el paternalismo, las visiones sectarias para sumar colectivamente con una nueva responsabilidad de participación en los asuntos públicos[3].
Es necesario construir una propuesta integral de proyecto alterno y popular de desarrollo, impulsado desde una convergencia amplia de actores sociales.
Generar un polo social amplio, requiere enfrentar una serie de desafíos:
· Ubicar la necesidad de fortalecer las articulaciones nacionales, además de trabajar sobre problemáticas concretas en territorios definidos; impulsar un proyecto alterno de nación, implica desde la sociedad civil, incrementar nuestro nivel de politización y articulación “entre iguales”.
· Valorar las posibilidades de buscar alianzas estratégicas con actores disímiles, siempre y cuando haya coincidencia en los objetivos.
· Obligar a la clase política (partidos políticos) a cumplir su papel de representantes de la voluntad popular. Sus plataformas deben proponer cursos de acción diferentes a lo que ya se viene haciendo. Las campañas no deben estar depositadas en las personas, si no en un proyecto de desarrollo.
· Recuperar y fortalecer las instituciones “ciudadanas” como los Institutos Electorales, las Comisiones de Derechos Humanos, los Institutos de Transparencia ya que la crisis de las instituciones, incrementa el impacto de las crisis económicas.
· Apelar a la reconstrucción del tejido social, en nuestro momento, sólo puede pasar, por rescatar y mejorar la vía democrática.
· Frente al escepticismo que caracterizará la jornada electoral de 2012, es necesario, crear estrategias que permitan incidir en los procesos, no automarginarnos.
Actuar en fe y esperanza
La historia de nuestro país y su realidad en este momento es la historia salvación que se nos ha entregado y de la cual somos herederos y continuadores en el discernimiento y propuesta del “mejor mundo posible, de la mejor sociedad posible, de la mejor iglesia posible”. Como creyentes en el Dios de la Vida, seguidores del modo de Jesús en hacer el reinado de Dios y conllevados por el Espíritu que da ánimo, fuerza y luz, nos sentimos y sabemos demandados por esa realidad que nos llama y nos grita a responder, a dar razón de nuestra fe.
Siempre es necesario estarnos recordando que la dimensión pública de nuestra fe no es algo exterior a la misma, sino que brota de su misma esencia, por ser una fe que surge del cristianismo como religión ético-profética. Y la dimensión pública significa en términos seculares la dimensión política de la fe, entendida la política como el bien común. Ese es nuestro criterio político mayor: ¿dónde, en qué opción, en qué mediación política, en qué organización, en qué actores políticos, en qué partido o no partido, en qué movimiento y lucha, en qué proyecto político, etc., está el mayor bien común posible para México en estos momentos de nuestra historia?
[1] Parte de la información aquí planteada es resultado del debate llevado a cabo al interior, del seminario nacional de Remisoc, realizado en julio de 2011 en el DF.
[2] Dolores González. Serapaz.
[3] Javier Sicilia. Zócalo de la Ciudad de México. 8 de mayo 2011.
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UNA MIRADA A LA REALIDAD
ILUMINAR LA REALIDAD
MANOS A LA OBRA
CELEBRAR LA VIDA
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Hilo 4 (Catequesis Comunitaria)
Tejiendo alianzas por el bien común
“Bienaventurados los hacedores de la Paz”
Introducción
Dice el lugar común que la verdadera paz no es ausencia de guerra. Entonces ¿qué es? Para entenderla debemos encontrar el significado de su gemela, la justicia. No existe la una sin la otra, son complementarias. Nuestro país sufre ausencia de paz, porque también hay ausencia de justicia. Y los seguidores de Cristo no pueden ser indiferentes al reclamo social de la justicia y la paz en México. El mensaje de las bienaventuranzas es claro en este sentido y obliga en conciencia a trabajar en este sentido. Las elecciones en puerta dan la oportunidad de presionar socialmente en el sentido de construir la justicia en el país para alcanzar la anhelada paz.
Hoy México vive uno de los momentos más dolorosos de su historia, momento histórico caracterizado por una violencia e inseguridad estructurales, cuyas raíces más profundas son sin duda la pobreza y la desigualdad generadas por un modelo económico y político que ha sumido a nuestra nación en una guerra absurda que ha cobrado la vida de más de 50 mil personas los últimos tres años.
Ante este momento histórico de dolor y de gran quebranto, integrantes de diversas iglesias cristianas y organizaciones de fe, reunidas en diálogo con el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, el pasado 2 de septiembre, queremos hacernos visibles como una expresión espiritual ecuménica emergente para denunciar con firmeza la injusticia hoy imperante y anunciar la Buena Noticia que traen los mensajeros de paz (Is 52,7).
Con un enérgico reclamo a las autoridades de los tres poderes de gobierno de nuestro país, denunciamos:
- Que los graves problemas sociales que hoy vivimos no estén en vías de solución adecuada, por centrarse la estrategia de seguridad del gobierno federal en la militarización como único camino de combate al crimen organizado y careciendo de una visión integral, que considere la desigualdad y la pobreza y que vaya acorde a las dimensiones de la problemática.
- Que la clase política falta continuamente a su compromiso con la sociedad ante la indignante situación de desastre nacional, ya que legisla a su beneficio y mina cada vez más nuestras instituciones democráticas, en particular el sistema electoral.
- Que la publicidad en los medios masivos de comunicación esté orientada a favorecer los intereses de un pequeño grupo de poder y pretenda desvirtuar y satanizar cualquier enfoque distinto al del gobierno en la lucha por la seguridad ciudadana.
- Que se criminalice a las víctimas y a los defensores de derechos humanos, al desacreditar su labor y al no respetar su dolor.
- Que todo lo anterior apunte a una clara intención de nuestras autoridades de entregar el territorio y la soberanía nacional, mediante la privatización y la militarización que ocasiona la creciente pérdida de libertades individuales y colectivas.
El texto anterior forma parte del Posicionamiento público de las Iglesias por una paz con justicia y dignidad[1]. Esta descripción coincide con la visión de muchos mexicanos y mexicanas con respecto al momento que vive el país; en medio de una guerra sin sentido y sin dirección, donde los muertos los pone la ciudadanía y la clase política se empeña en hacer aparecer este caos como una victoria de las fuerzas de seguridad. El posicionamiento afirma que el eje de todo este caos gira en torno a dos realidades incontrovertibles, la desigualdad y la pobreza, ambas acentuadas en todo el territorio nacional a partir de la década de los años 80 con la implementación de un sistema económico que hace del despojo de la riqueza nacional una virtud; y de la producción de pobres su motor.
Por eso, no basta con incrementar el número de efectivos policiacos y militares en las calles, si no se atiende de manera radical (ir a la raíz) e integral (considerando los distintos aspectos) la epidemia de violencia y muerte que azotan al territorio nacional como se ha creído hasta ahora en el Ejecutivo federal y en muchos miembros de la clase política.
Los firmantes del manifiesto reclaman a la clase política legislar sólo en su propio beneficio dejando a la sociedad con la convicción de que los políticos, la política y sobre todo, las elecciones, no sirven para nada.
Sin duda que esa convicción conviene a quienes desean repartirse puestos y prebendas entre ellos avivando el miedo y la indiferencia hacia la participación y, más aún el reclamo y la exigencia de justicia. Estamos cerca de la elección presidencial 2012 y no podemos ignorar la importancia de este referéndum. La sociedad deberá decidir si la alternancia de partido en el poder funcionó o, si es hora de ejercer el derecho al veto; no sólo al voto. Sin embargo, también debe quedar claro que, la democracia no se limita a la elección de un gobernante, sino a la acción soberana de la ciudadanía de ejercer sus derechos y de exigir cuentas. Veamos qué nos dice la palabra de Dios.
Mateo 5: 6 y 20 Justicia del Reino
Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Yo se lo digo: si no hay en ustedes algo mucho más perfecto que lo de los fariseos, o de los maestros de la Ley, ustedes no pueden entrar en el Reino de los Cielos
Estos versículos pertenecen al corazón del Evangelio, el Sermón del Monte. Piedra de toque para los discípulos del Cristo; perfil que deberán cumplir de ahí en adelante todos aquellos que se digan seguidores del Maestro de Nazaret. Y la palabra justicia aparece como el tono de fondo del discurso. Por un lado, la justicia que se reclama a Dios como acción reivindicatoria frente a quienes oprimen, persiguen y maldicen a los discípulos. Por otro lado, como el anhelo de hacer la voluntad de Dios en un paradigma nuevo. No basta la justicia entendida como cumplimiento de los preceptos y los ritos. Ya los mismos profetas reclamaban al pueblo su falta de justicia y sus muchos rituales carentes de soporte en las acciones hacia el prójimo.
Si bien, para los judíos sólo Dios es justo y el otorga su veredicto sobre qué es más o menos una actitud justa, Jesús deja claro que en el Reino de Dios, el asunto es cualitativamente diferente. En el nuevo orden instaurado por Jesús, la justicia es el modo de ser del cristiano; ser cristiano es ser justo. Este es la actitud que distinguirá a los discípulos del Nazareno, tener hambre y sed de que el nuevo orden, el Reino anunciado sea vigente entre los seres humanos. Por eso no basta rezar ni hacer sacrificios de animales ni hacer obras de caridad para que el público las aplauda. Es preciso anhelar la construcción de otra forma de relación entre los humanos, una relación de equidad, de hermandad.
Hacer ritos, oraciones y alabanzas sin un compromiso por la instauración del nuevo orden es, no sólo hipócrita, sino además poco efectivo para alcanzar la paz. Por supuesto, el reto es mayúsculo. Rezar y asistir a los ritos de la sinagoga es relativamente fácil frente al reto de transformar las relaciones de dominación en la sociedad. Tan no es fácil, que Jesús les advierte que serán perseguidos, maldecidos e incluso muertos por causa de la “justicia”, esto es, de hacer la voluntad de Dios. Por eso los bendice y los anima a no tener miedo, pues finalmente entrarán al Reino de los Cielos.
Este texto de las bienaventuranzas tan sublime es a la vez la interpelación más fuerte que se le puede hacer a nuestro cristianismo declarado. Somos cristianos si hacemos lo justo a los ojos de Dios. Muchos cristianos y cristianas de todos los tiempos lo han vivido así y nosotros no debiéramos ser la excepción. En nuestro país, el Posicionamiento de las Iglesias hace una autocrítica de la lentitud con que las distintas creencias religiosas han asumido la defensa del oprimido y, a la vez un compromiso que nos recuerda las acciones que reciben bienaventuranza en el Evangelio:
- Colocamos por delante de nuestras acciones la defensa del oprimido y de las víctimas de la violencia en nuestro país, como sujetos activos de transformación.
- Como hacedores de la Palabra que anunciamos: llamamos a nuestras iglesias (a sus jerarquías y comunidades) a que nuestro anuncio, y sobre todo nuestras acciones por la paz salgan de la comodidad de nuestros templos y sean escuchados en las plazas públicas, que llegue a todas las gentes en todos los rincones del país,
- Desde el profetismo, la fe, la espiritualidad que nos comprometemos a hacer del Evangelio una acción para la paz que nazca de la justicia.
- Exigiendo desde ya una reforma política integral por parte del gobierno, que atienda a la verdadera causa de la inseguridad y la violencia en nuestro país, que es la injusticia social y económica.
Asumimos por ello el firme compromiso de emprender una serie de acciones conjuntas, organizadas como iglesias y personas de fe, para que la justicia y la paz se besen en nuestro adolorido territorio mexicano (Sal 85,10).[2]
Así pues, hay esperanza de que la paz, en nuestro país, sea fruto de la justicia. De los anteriores compromisos, los tres primeros tienen que ver con la autocrítica y el posicionamiento de las comunidades de fe hacia el interior. El cuarto apunta hacia fuera, es una exigencia a las autoridades, y este es uno de los mejores momentos para hacerlo, cuando están cercanas las elecciones. Cómo se puede incidir en este punto es lo que vamos a ver a continuación.
Con mucha frecuencia creemos que si se cambiara a toda la clase política cambiaría la situación del país. Desafortunadamente no es así. Los políticos son parte de una realidad a la que pertenecemos todos y, todos somos parte de esa cultura de corrupción, de prebendas y tranzas, por “palabra, obra u omisión” como dice el acto de contrición. De tal suerte que, si creemos que nuestro único deber ciudadano es votar en cada elección, estamos pecando de omisión ciudadana. Esto significa que, estamos dejando de hacer lo que nos corresponde como ciudadanos responsables, participar, monitorear, exigir, demandar, a los mandatarios de cualquier nivel que cumplan con el mandato que les dimos en las urnas.
Sucede que votamos y luego dejamos que los gobernantes electos hagan lo que quieran y como lo quieran. Acto seguido nos quejamos en el taxi, con el compadre o en el mercado, pero no hacemos absolutamente nada para cambiar las cosas. Cuando llegan las elecciones y, si bien nos va, votamos por otro partido y, si peor, ¡votamos por los mismos que no hicieron nada! El círculo vicioso está perfectamente cerrado. ¿Cómo romper con este círculo? ¿Por dónde empezar?
Reflexión personal
- ¿Qué tipo de ciudadano o ciudadana soy? ¿De los que se quejan y no hacen nada o de los que hacen y exigen sus derechos?
- ¿Me siento llamado o llamada a poner en práctica mi justicia cristiana?
- ¿Puedo y quiero hacerlo en comunidad?
Reflexión en grupo:
Analicemos nuestras actitudes ciudadanas con la siguiente “Brújula del compromiso ciudadano”. Marca del 1 al 5 el grado de compromiso del grupo con las respuestas a cada una de las siguientes preguntas. 1 es nada comprometido, 5 es totalmente comprometido; 3 es medianamente comprometido.
- ¿Estamos comprometidos con la causa de la justicia que significa llevar el mensaje de Cristo fuera de los templos y más allá de las acciones de religiosidad?
- ¿Estamos dispuestos a conocer las propuestas de gobierno de los candidatos de los partidos políticos?
- ¿Podemos vencer la resistencia a participar con otras personas que no comparten nuestra creencia religiosa (otras religiones), ideológica (otros partidos), de edad (jóvenes o viejos) o cualquier otra diferencia?
- ¿En verdad nos comprometemos a cumplir con las reglas y leyes que protejan el interés común y el individual?
- ¿Estamos dispuestos a dar seguimiento al cumplimiento del programa de gobierno de las autoridades que me corresponden (delegados, presidentes municipales, gobernadores, jefe de gobierno, diputados, presidente de la República)?
- ¿Queremos analizar y tener clara conciencia sobre las prioridades de la Nación?
- ¿Estamos comprometidos a aportar sugerencias a las diferentes instancias de gobierno aunque no sean del partido de nuestra preferencia?
- ¿Estamos listos para participar y organizarnos comunitariamente en torno a las necesidades de la comunidad? ¿En qué áreas (niños, jóvenes, derechos humanos, alimentación, migrantes, madres solteras, entre otras)?
- ¿Estamos dispuestos a exigir nuestros derechos y a fijar nuestra posición ciudadana frente a las autoridades?
- ¿Nos podemos comprometer a informarnos críticamente sobre la realidad del país por otros medios que no sean las televisoras monopólicas?
Si las respuestas a la Brújula del compromiso ciudadano fueron mayoritariamente del 3 al 5, ¡Felicidades! el grupo está listo para acciones contundentes a favor de la construcción de la paz justa y digna.
Si las respuestas van del uno al tres en su mayoría, ¡No se desanimen! hay que reforzar todas las marcadas con el número 3 para fortalecer a la comunidad en su compromiso. No se desesperen, pero tampoco desistan del empeño. Lo que se pueda hacer se agradece.
Acciones colectivas hacia la paz
Para todos los que deseen empezar ya aprovechando el contexto electoral les damos el siguiente “Diagnóstico del candidato posible”. Evalúa del 1 al 5 a cada uno de los candidatos representados, donde 1 es nada y 5 es óptimo nivel; 3 es medianamente aceptable.
El candidato X:
- ¿Tiene historia y experiencia de gobierno eficaz?
- ¿Tiene capacidad de escucha y diálogo intersectorial; esto es puede sentarse a hablar lo mismo con el sector privado que con otras instancias de gobierno o con la ciudadanía?
- ¿Respeta y hace respetar a todos las leyes y reglas, empezando por sus subordinados inmediatos y sus familiares?
- ¿Tiene capacidades para realizar una buena administración de los bienes de la Nación y ha mostrado acatar las leyes de la transparencia?
- ¿Tiene visión clara de un proyecto de nación y capacidad para conjuntar los esfuerzos necesarios para alcanzarlo?
- ¿Es clara su estrategia sobre la justicia, la seguridad ciudadana y el respeto irrestricto a los derechos humanos aún en el marco de inseguridad que prevalece?
- ¿Ha mostrado con hechos que entre sus prioridades están el invertir en educación, trabajo e infraestructura productiva nacional para reactivar el mercado interno?
- ¿Su equipo de colaboradores da muestras claras de probidad moral y de experiencia?
- ¿Son claros los mecanismos de participación ciudadana y de revocación de mandato en su propuesta?
- ¿Hay claridad en programa de que el País no estará subyugado a los intereses de los poderes fácticos nacionales o transnacionales por encima del beneficio nacional?
- ¿Su propuesta reconoce y acepta la pluralidad de actores y respeta al Estado Laico?
Este es un modo de iniciar, sin embargo, aún faltaría definir qué otras acciones se van a hacer desde la ciudadanía organizada una vez que el candidato triunfador en las elecciones tome posesión del cargo.
Estas acciones van desde informarse y darle seguimiento a las distintas iniciativas que ya existen; integrarse a algunas acciones promovidas por estas organizaciones o colectivos, hasta formar sus propia organización, foro, observatorio, lo que se les ocurra con tal de participar activamente en acciones a favor de la construcción de una ciudadanía responsable animada por la fe.
1. Coloquen al centro de la reunión un mapa de México bajo la imagen de Cristo resucitado.
2. Hagan una entrega a Jesús de los compromisos adquiridos durante la reunión mencionando uno por asistente y luego, los comunitarios.
3. Reciten juntos la oración del Padre Nuestro y el Ave María.
4. Canten o, al menos reciten la canción, No basta rezar de Alí Primera.
No basta rezar
No, no, no basta rezar
hacen falta muchas cosas
para conseguir la paz (Bis)
Y rezan de buena fe
y rezan de corazón
pero también reza el piloto
cuando monta en el avión
para ir a bombardear
a los niños del Vietnam
para ir a bombardear
a los niños del Vietnam
No, no, no basta rezar
hacen falta muchas cosas
para conseguir la paz (Bis)
Nada se puede lograr
si no hay revolución
reza el rico, reza el amo
y te maltratan al peón
reza el rico, reza el amo
y te maltratan al peón
No, no, no basta rezar
hacen falta muchas cosas
para conseguir la paz (Bis)
No, no, no basta rezar
hacen falta muchas cosas
para conseguir la paz (Bis)
En el mundo no habrá paz
mientras haya explotación
del hombre por el hombre
y exista desigualdad
del hombre por el hombre
y exista desigualdad
No, no, no basta rezar
hacen falta muchas cosas
para conseguir la paz (Bis)
Cuando el pueblo se levante
y que todo haga cambiar
ustedes dirán conmigo
no bastaba con rezar
ustedes dirán conmigo
no bastaba con rezar
No, no, no basta rezar
hacen falta muchas cosas
para conseguir la paz.
[1] Posicionamiento público de las Iglesias por una Paz con justicia y dignidad. http://iglesiasporlapaz.blogspot.com/
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