2013-10-18

Cord29_Lc18,1-8: Parábola de la viuda y el juez injusto (SBL20131020)


Servicio Bíblico Latinoamericano
Semana del 20 al  26 de Octubre de 2013 – Ciclo CDomingo 20 de octubre
29º domingo de tiempo ordinario
Pedro de Alcántara, penitente (a. 1562)

Éx 17,8-13: Mientras Moisés tenía en alto la mano, vencía Israel
Salmo Responsorial 120: Nuestra ayuda está en el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra
2 Tim 3,14–4,2: Proclama la palabra a tiempo y a destiempo
Lc 18,1-8: Parábola de la viuda y el juez injusto




Jesús propuso esta parábola para invitar a sus discípulos a no desanimarse en su intento de implantar el reinado de Dios en el mundo. Para ello deberían ser constantes en la oración, como la viuda lo fue en pedir justicia hasta ser oída por aquél juez que hacía oídos sordos a su súplica. Su constancia, rayana en la pesadez, llevó al juez a hacer justicia a la viuda, liberándose de este modo de ser importunado por ella.
Esta parábola del evangelio tiene un final feliz, como tantas otras, aunque así no suele suceder siempre en la vida. Porque, ¿cuánta gente muere sin que se le haga justicia, a pesar de haber estado de por vida suplicando al Dios del cielo? ¿Cuántos mártires esperaron en vano la intervención divina en el momento de su ajusticiamiento? ¿Cuántos pobres luchan por sobrevivir sin que nadie les haga justicia? ¿Cuántos creyentes se preguntan hasta cuándo va a durar el silencio de Dios, cuándo va a intervenir en este mundo de desorden e injusticia legalizada? ¿Cómo permite el Dios de la paz y el amor esas guerras tan sangrientas y crueles, el demencial armamento militar, el derroche de recursos que destruyen el medio ambiente, el hambre, la desigualdad creciente entre países y entre ciudadanos?
En medio de tanto sufrimiento, al creyente le resulta cada vez más difícil orar, entrar en diálogo con ese Dios a quien Jesús llama “padre”, para pedirle que “venga a nosotros tu reinado”. Desde la noche oscura de ese mundo, desde la injusticia estructural, resulta cada día más duro creer en ese Dios presentado como omnipresente y omnipotente, justiciero y vengador del opresor.
O tal vez haya que cancelar para siempre esa imagen de Dios a la que dan poca base las páginas evangélicas. Porque, leyéndolas, da la impresión de que Dios no es ni omnipotente ni impasible –al menos no ejerce como tal-, sino débil, sufriente, “padeciente”; el Dios cristiano se revela más dando la vida que imponiendo una determinada conducta a los humanos; marcha en la lucha reprimida y frustrada de sus pobres, y no a la cabeza de los poderosos.
El cristiano, consciente de la compañía de Dios en su camino hacia la justicia y la fraternidad, no debe desfallecer, sino insistir en la oración, pidiendo fuerza para perseverar hasta implantar su reinado en un mundo donde dominan otros señores. Sólo la oración lo mantendrá en esperanza.
No andamos dejados de la mano de Dios. Por la oración sabemos que Dios está con nosotros. Y esto nos debe bastar para seguir insistiendo sin desfallecer. Lo importante es la constancia, la tenacidad. Moisés tuvo esa experiencia. Mientras oraba, con las manos elevadas en lo alto del monte, Josué ganaba en la batalla; cuando las bajaba, esto es, cuando dejaba de orar, los amalecitas, sus adversarios, vencían. Los compañeros de Moisés, conscientes de la eficacia de la oración, le ayudaron a no desfallecer, sosteniéndole los brazos para que no dejase de orar. Y así estuvo –con los brazos alzados, esto es, orando insistentemente-, hasta que Josué venció a los amalecitas. De modo ingenuo se resalta en este texto la importancia de permanecer en oración, de insistir ante Dios.
En la segunda lectura Pablo también recomienda a Timoteo ser constante, permaneciendo en lo aprendido en las Sagradas Escrituras, de donde se obtiene la verdadera sabiduría que, por la fe en Cristo Jesús, conduce a la salvación. El encuentro del cristiano con Dios debe realizarse a través de la Escritura, útil para enseñar, reprender, corregir y educar en la virtud. De este modo estaremos equipados para realizar toda obra buena. El cristiano debe proclamar esta palabra, insistiendo a tiempo y a destiempo, reprendiendo y reprochando a quien no la tenga en cuenta, exhortando a todos, con paciencia y con la finalidad de instruir en el verdadero camino que se nos muestra en ella.

El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 74 de la serie «Un tal Jesús», de los hnos. López Vigil, titulado «El juez y las viudas». El guión del capítulo, y su comentario, puede ser tomado de aquí: http://www.untaljesus.net/texesp.php?id=1400074 Puede ser escuchado aquí: http://www.untaljesus.net/audios/cap74b.mp3

A quienes tienen una mentalidad moderna, en la que ya no imaginamos a Dios como un alguien que está «ahí afuera» y «ahí arriba» manejando los acontecimientos de este mundo, la oración clásica de petición se les ha ido transformando en su sentido. En un primer momento damos menos valor a la oración de petición: descubrimos su carácter egoísta, y su intención de «utilizar a Dios», «servirse» de él más que de servirle. Llega un momento en que asimilamos esta situación de estar en el mundo sin un «Dios tapa-agujeros» y le vemos menos sentido a estar recurriendo a él a cada instante. Vamos tratando de asumir este estar en el mundo «etsi Deus non daretur» (Grotius), como si dios no existiera. O, como dijo Bonhoeffer: nos sentimos llamados a vivir ante Dios pero «sin dios», es decir, sin poder echar mano de Dios; el Dios verdadero quiere que seamos adultos, que asumamos nuestra responsabilidad. 
La oración continúa teniendo sentido, obviamente, pero «otro sentido» que el de andar estableciendo transacciones («yo te doy para que tú me des») con el «dios de ahí arriba», que puede mejorarnos la salud, o facilitarnos alguna dificultad del camino removiendo los obstáculos. La oración es otra cosa, para otra finalidad, y sigue siendo bien necesaria, como la respiración, pero no sirve para hacer milagros. Después de Copérnico y Newton, ya no hay milagros.
Con una «segunda ingenuidad», cabe permitirnos una forma leve (light) de oración de petición: aquella forma de oración en la que sabemos que no pretendemos realmente una «transacción» con Dios, ni ponerlo de nuestro lado (influirle, hacerle cambiar de actitud), sino simplemente permitirnos expresarnos ante Dios y ante nosotros mismos nuestras inquietudes, como un desahogo personal, con una forma «teísta» de «hablar con el Misterio», como un modo de colocar nuestras preocupaciones en el contexto de la voluntad de Dios y de consolidar nuestra búsqueda de buscar esa voluntad.
Sobre la oración de petición y su necesaria reconsideración, ya se ha escrito mucho y probablemente lo hemos estudiado bien. Lo que nos toca ahora es irnos haciendo más y más consecuentes. 

Para la revisión de vida

          Como la viuda del evangelio, ¿soy una persona perseverante, convencida, que sabe lo que quiere y no vacila, que quiere lo que debe querer y en ello se realiza?
          ¿Sería yo capaz de pasar una situación difícil... sin pedirle a Dios que intervenga, aceptando lo que sé de que Dios no es un tapa-agujeros para mis debilidades o de las dificultades que se me presentan en la vida?
          “A Dios rogando y con el mazo dando”: ¿es lo que hago yo?

Para la reunión de grupo

-                 Hacer una reunión de estudio en torno al tema de la oración de petición. Comenzar con nuestras propias experiencias. Seguir con una iluminación teológica que puede preparar alguien. Continuar con un diálogo o debate. Extraer algunas conclusiones. Hay varios libros de Torres Queiruga sobre el tema. También los libros de Lenaers, y de Spong, de la colección «Tiempo axial» (tiempoaxial.org) tocan el tema.
-                 La viuda también representa a las personas sencillas del pueblo que, a pesar de su pequeñez e indefensión, encuentran en su fe fuerza para defender sus derechos, que son derechos de los pobres, y como tales, derechos de Dios... ¿Cómo se podría leer la parábola en este sentido, en un tiempo como el que vivimos de “globalización” y de “mundialización del derecho”?

Para la oración de los fieles

-                 Por todos los cristianos, para que creamos siempre en el valor de la oración, sin tener que identificarla con un recurso mágico o un remedio fácil para nuestros problemas, roguemos al Señor.
-                 -Por todos los que claman a Dios desde situaciones insoportables de marginación a las que el sistema económico actual los ha lanzado en las últimas décadas, para que comprendan que Dios quiere tanto su oración como su compromiso organizativo, social y político ("a Dios rogando y con el mazo dando")...
-                 Por todos los cristianos que participan en la administración de la "cosa pública", para que den ejemplo de celo por el bien común, frente a la ola de corrupción, falta de ética y el individualismo que invade nuestra sociedad...
-                 Por los cristianos que participan en la administración de la justicia, para que comprendan que antes que cualquier otra cosa, lo que Dios espera de ellos es un testimonio cabal de integridad y honradez...
-                 Para que la sociedad acierte a superar esta situación de desencanto y pesimismo, de individualismo y pasividad, de “fin de la historia” y ausencia de utopías... y para que los cristianos hagamos gala de la fuerza inquebrantable que la fe tiene para hacernos sostener nuestros brazos en alto...

Oración comunitaria

          • Oh Dios, Padre de misericordia, que miras con entrañas de Madre el sufrimiento de tus hijos e hijas: confiamos a tu corazón la esperanza y la resistencia de todos nuestros hermanos y hermanas que reclaman insistentemente una justicia que no saben de dónde les llegará, y te pedimos nos des un corazón como el tuyo, para que armados de fe y de coraje, resistamos la tentación de la desesperanza y permanezcamos firmes junto a Ti en tu proyecto de crear un Mundo Nuevo, más digno de Ti y de nosotros tus criaturas. Por nuestro Señor Jesucristo...

          • Oh Dios, misterio inabarcable, que nos has hecho parte del movimiento caótico de una Realidad global en la que nada se destruye y todo se transforma, en una sucesión permanente no exenta de dolor y muerte que generan nueva vida, nuevas complejidades, y nuevas auto-organizaciones sobre las inevitables y siempre recurrentes caídas en el caos... Permítenos contemplar receptivos el misterio de la creatividad siempre triunfante de la vida sobre el dolor y la muerte, confiados en la bondad global que transpira el Universo y que nos habla de ti, su Realidad suprema...



Lunes 21 de octubre
Gerardo de Mayela, religioso (a. 1755)
Úrsula, mártir (siglo IV)

Rom 4,20-25: Está escrito también por nosotros
Interleccional Lc 1,69-75: Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado a su pueblo
Lc 12,13-21: Lo que has acumulado, ¿de quién será?



El evangelio de hoy está marcado por un claro lenguaje económico: herencia, codicia, riqueza, bienes, tierras, cosecha, graneros, trigo, acumulación, tesoros. También podemos identificar otro lenguaje, muy afín con los tiempos neoliberales que dominan el mundo de hoy: descansa, come, bebe y disfruta. Por estas dos perspectivas se orienta hoy en día la vida de muchas personas, que ponen su confianza en un sistema económico que les garantiza acumulación de bienes y posibilidades de disfrutar la buena vida. Sin embargo, los criterios del Evangelio parecen ser otros. El asunto es que “la vida no depende de los bienes”, ni de la voluntad nuestra. En cualquier momento nos será reclamada. ¿Cuál es, entonces, el meollo problemático de esta orientación de Jesús? Jesús recomienda cuidarse de la codicia, la acumulación para sí y la necedad. Aplicar esta lectura al pie de la letra puede resultar inconveniente, ya que aspirar a tener los bienes necesarios para una vida digna es un anhelo profundamente humano. Lo escandaloso es que orientemos nuestra vida a la acumulación de riqueza, al poder y al placer, haciendo “harina” a las demás personas. O que obtengamos riquezas a base de codicia, corrupción, usura y explotación. – ¿Cómo nos interpela este exigente evangelio?



Martes 22 de octubre
Hilarión, monje (a. 371)


Rom 5,12.15-21: Por el delito de un solo hombre comenzó el reinado de la muerte.
Salmo responsorial 39: Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad
Lc 12,35-38: Dichosos los criados a quienes el señor los encuentre en vela



El seguimiento de Jesús en el Evangelio de Lucas se reviste de actitudes como estar en disposición de actuar rápido, de esperar y de estar en vela. Tener “la ropa puesta y las velas encendidas” se constituyen en distintivos de la comunidad, que no se duerme mientras espera la llegada del Señor Jesús. No obstante, hay que advertir que la llamada de Jesús no tiene hora ni plazo definido. Puede irrumpir en cualquier momento, razón por la cual hay que estar preparados y despiertos para ser bienaventurados. Puede acontecer a la media noche o al amanecer. Jesús, tomando ejemplos cotidianos de las relaciones sociales de su época, pedagógicamente nos transmite su enseñanza. Las figuras del amo y los siervos, representativas de la vida social y del mundo del trabajo, sugieren una inversión en las relaciones sociales, pues los amos tenían que ser servidos por sus siervos en las mesas. Realizar lo contrario resultaba escandaloso y fuera de lo común. Jesús se presenta, pues, como el que sirve, no como el que vino a ser servido. Reivindicar la dignidad de los siervos, darles su lugar de primeros en la mesa, representa el motivo fundamental para sentirse un cristiano bienaventurado. – ¿Vivimos nuestra vida con estas actitudes cristianas? 



Miércoles 23 de octubre
Juan Capistrano, religioso (a. 1456)
Antonio Galvao de Franca, religioso (Brasil, a. 1822)


Rom 6,12-18: Ofrezcan a Dios como hombres que han vuelto de la muerte a la vida
Salmo responsorial 123: Nuestro auxilio es el nombre del Señor
Lc 12,39-48: Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá



La lectura del Evangelio nos convoca a reflexionar sobre la actitud de estar en constante preparación ante la llegada del Hijo del Hombre. Muy probablemente, en tiempo de Jesús ocurría que la gente era víctima de los ladrones, quizás por falta de prevención. Jesús utiliza esa experiencia para dar una enseñanza a sus discípulos con respecto al carácter sorpresivo de la irrupción del Reino. Una segunda parábola, la del administrador, sirve de pretexto para ampliar las actitudes que han de caracterizar al discípulo de Jesús: la fidelidad, la prudencia, el cumplimiento y la confianza. La lectura advierte sobre las acciones que no sintonizan con las exigencias del seguimiento de Jesús, las cuales conllevan un juicio muy severo. – Ante el mensaje de la parábola que nos interpela en lo más profundo de nuestras vidas, reconocemos la abundancia de dones que el Señor nos ha regalado. Esos son los bienes que nos han sido confiados, por los cuales se nos exigirá un mayor resultado. ¿De qué manera estamos administrando los bienes que nos regaló el Señor, al interior de nuestras familias y de la sociedad? ¿Qué nos está pidiendo Dios hoy, en concreto, como respuesta agradecida a los bienes recibidos?



Jueves 24 de octubre
Antonio María Claret, obispo y fundador (a. 1870)


Rom 6,19-23: Ahora han sido hechos ustedes esclavos de Dios
Salmo responsorial 1: Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor
Lc 12,49-53: No he venido a traer paz, sino división



Jesús dice que desea prender fuego a la tierra; no ha venido a traer paz, sino división. ¿Cómo entender esto? Jesús tiene un ardiente deseo de llevar a cabo su misión. Su paz no es tranquilidad a cualquier precio, falsa. Es signo de contradicción; ante su mensaje no puede uno quedarse neutral. El evangelio despierta siempre el espíritu abrasador; la presencia de un auténtico cristiano es suficiente para inquietar a muchos. El fuego con el que quiere incendiar al mundo es su luz, su vida, su Espíritu. Jesús lleva dentro un fuego que le hace entregarse al cumplimiento de su misión. San Antonio M. Claret, cuya fiesta celebramos hoy, dejó esta definición del auténtico cristiano, del misionero: “Es un hombre que arde en caridad y que abrasa por donde pasa. Que desea eficazmente y procura por todos los medios encender a todo el mundo en el fuego del divino amor. Nada le arredra; se goza en las privaciones; aborda los trabajos; abraza los sacrificios; se complace en las calumnias; se alegra en los tormentos y se gloría en la cruz de Jesucristo…”. Y su lema episcopal fue: “El amor de Cristo me apremia”. – ¿Abrasamos también nosotros, como discípulos de Jesús?



Viernes 25 de octubre
Los Santos Macabeos (siglo II aC)


Rom 7,18-25ª: ¿Quién me librará de este cuerpo presa de la muerte?
Salmo responsorial 118: Instrúyeme, Señor, en tus leyes
Lc 12,54-59: ¿Cómo no saben interpretar el tiempo presente?



El Evangelio de hoy se centra en una interpretación del tiempo presente. ¿A qué tiempo se refería Jesús? La gente era experta en comprender los cambios en el clima. Podían darse cuenta de los momentos en que iba a llover o hacer calor. Jesús no ve nada de extraordinario en ese tipo de sabiduría. Que haga calor o llueva es propio de la tierra y del cielo. El señalamiento por parte de Jesús es muy fuerte, al llamarles hipócritas. El momento presente se refiere al tiempo de la manifestación de Dios en Jesús, que la multitud no interpreta acertadamente. Se trata del paso de Dios por la historia, del tiempo como “kairós”. La gente contemporánea de Jesús no sabe interpretar sus palabras y milagros como señales de la llegada del Reino de Dios. En su segunda parte, la lectura presenta una situación diferente. Se trata de un llamado a resolver los conflictos por medio del diálogo, con criterios de justicia. Estar a las puertas de un juez es recorrer un camino que tiene como destino la cárcel, sin muchas esperanzas de salir de allí. Por ello es importante acoger el diálogo y resolver los conflictos de manera madura, pacífica y constructiva.



Sábado 26 de octubre
Paulina Jaricot, fundadora (a. 1862)


Rom 8,1-11: El Espíritu del que resucitó a Jesús habita en ustedes
Salmo responsorial 23: Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor
Lc 13,1-9: Si no se convierten, todos perecerán de la misma manera



En la mentalidad judía rondaba una creencia de que la gente se moría por pecadora. Tras el personaje Pilatos o el derrumbe de la Torre de Siloé se evidencia una interpretación religiosa de los hechos equivocada. Jesús deja sin base una interpretación moralista de lo sucedido con los Galileos. Había también un sector de la población que se creía bueno y libre de pecado. Las palabras de Jesús advierten y enseñan que la bondad y la rectitud no se consiguen señalando y acusando a las demás personas de pecadoras, sino reconociendo la propia condición, teniendo una actitud de conversión y poniendo a producir al ciento por ciento los talentos que Dios nos ha regalado. El sentido de nuestra vida se asemeja a la higuera de la parábola. Las semillas sembradas por Dios en nuestra vida hay que cuidarlas, abonarlas y ponerlas a producir buenos frutos, de lo contrario nuestra vida se irá marchitando por falta de Dios y de prójimo. Sin embargo, hay un tiempo de gracia, una oportunidad para rectificar el camino, simbolizada en aquella acción de cavar y abonar. Cavar y abonar simbolizan el proceso de nuestra conversión para acoger la voluntad de Dios. – ¿Estamos dando fruto en lo que hacemos?





Servicio Bíblico Latinoamericano

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