Servicio Bíblico Latinoamericano
3º Domingo de Pascua - Domingo 4 de mayo de 2014
Bto. Carlos Manuel Cecilio Rodríguez, laico
(Puerto Rico, 1963)
Hch 2,14.22-33: No era posible que la muerte lo
retuviera bajo su dominio
Salmo responsorial 15: Señor, me enseñarás el
sendero de la vida
1Pe 1,17-21: Los rescataron a precio de la sangre
de Cristo, el Cordero sin defecto
Lc 24,13-35: Lo reconocieron al partir el pan
En la primera
lectura, de los Hechos de los Apóstoles, encontramos a Pedro pronunciando
su primera predicación pospascual, dirigida tanto a los judíos presentes como a
todos los habitantes de Jerusalén. El sermón es de tipo kerigmático, con la
presentación de tres aspectos de la vida de Jesús, que componen el credo de fe
más antiguo del cristianismo: un Jesús histórico, acreditado por Dios con
milagros, prodigios y señales; su muerte a mano de las autoridades judías, y
finalmente, su resurrección obrada por Dios para salvación de toda la
humanidad. Pedro termina su discurso con un sello de autenticidad: de todo
esto, «nosotros somos testigos» (Hch 2,32). Creer en Jesús resucitado era
reconocerlo como Mesías, lo que según las Escrituras, abría las puertas para su
segunda venida y el fin del mundo. Esto explica las actitudes de recogimiento y
miedo que llevan a los discípulos a encerrarse bajo llave. Sin embargo,
Pentecostés cambia para siempre las cosas, pues antes que miedo por el fin del
mundo, el Espíritu les indica que el mundo apenas comienza, y que la iglesia
que acaba de nacer tiene el compromiso de contribuir en la reconstrucción de
este mundo con la clave del amor. Así comenzó la Iglesia su misión, cambiando
los miedos del fin del mundo, por la alegría, el optimismo y el compromiso de
hacer que cada mañana el mundo nazca con más amor, justicia y paz.
La referencia a la primitiva comunidad cristiana nos hace descubrir la
importancia que la praxis del amor y de la solidaridad tuvo en el surgimiento
del cristianismo. No fue sin más una teoría, sino un cambio de vida, una
praxis, una transformación social, lo que estaba en juego. Importante tenerlo
presente, cuando tantos piensan que el cristianismo es cuestión de aceptar
intelectualmente un paquete de verdades, teorías o dogmas.
En la segunda lectura, el apóstol Pedro hace un llamado a
mantener la fidelidad a Dios aún en situaciones de destierro, desplazamiento,
marginación o exclusión, porque Dios, en un nuevo Exodo, nos libera de una
sociedad sometida a leyes injustas e inhumanas, que protegen sólo al que paga
con oro o plata. Esta liberación fue asumida por Jesús con el sello de su
propia sangre, como una opción de amor, consciente y voluntaria, por los
hombres y mujeres del mundo entero. El precio que debemos pagar a Jesús por
tanta generosidad, no es con oro ni plata, sino, dando vida a los hermanos que
siguen muriendo, víctimas de la injusticia y la deshumanización. Eso será
realmente «devolver con la misma moneda».
En el evangelio, dos discípulos, que no eran del grupo de los
once (v.33) se dirigen a Emaús. Probablemente se trata de un hombre y una
mujer, casados, (también había mujeres discípulas), que regresaban a su pueblo
natal frustrados por los últimos acontecimientos de la capital. Mientras
conversaban, Jesús se acerca y comienza a caminar con ellos, al fin y al cabo
es el Emmanuel. Pero ellos no pueden reconocerlo, sus ojos están cerrados. ¿Por
qué? Porque en el fondo todavía tenían la idea de un mesías
profeta-nacionalista, que conquistaría el mundo entero para ser dominado por
las autoridades de Israel, un mesías necesariamente triunfador... Por eso,
estaban viendo en la cruz y en la muerte del maestro, el fracaso de un proyecto
en el cual habían puesto sus esperanzas.
Serán las Escrituras las primeras gotas que Jesús echa en los ojos del
corazón de estos discípulos, para que puedan ver y entender que no es con el
triunfalismo mesiánico, sino con el sufrimiento del siervo de Yavé, como se
conquista el Reino de Dios; un sufrimiento que no es masoquismo, sino un cargar
conscientemente con las consecuencias de la opción de amar a la humanidad,
actitud difícil de entender en una sociedad dominada por un poder de dominio
que mata a quien se interpone en su camino. Por la vida, hasta dar la misma
vida, es el testimonio de Jesús ante sus dos compañeros.
El relato de los discípulos de Emaús es una pieza bellísima,
evidentemente teológica, literaria. No es, en absoluto, una narración ingenua
directa de un hecho tal como sucedió. Es una composición elaborada, simbólica,
que quiere dar un mensaje. Y como todo símbolo, que no lleva adjunto un manual
de explicación, permanece «abierto», es decir, es susceptible de múltiples interpretaciones.
Y desde cada nuevo contexto social, en cada nueva hora de la historia, los
creyentes se confrontarán con ese símbolo y extraerán nuevas lecciones...
En una página adjunta (http://servicioskoinonia.org/biblico/textos/emaus.htm)
presentamos una glosa a este texto de Lucas, leído desde la situación
psicológica de los «militantes latinoamericanos en los 90». La situación,
actualmente, por fortuna, ha cambiado, pero las situaciones de depresión, de
derrota y de desánimo, lamentablemente forman parte esencial de nuestra vida,
por lo que puede ser interesante leer la interpretación que allí se ofrece del
tema de Emaús desde América Latina.
El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 127 de la serie «Un
tal Jesús», de los hermanos LÓPEZ VIGIL, titulado «Por el camino de Emaús». El
guión y su comentario pueden ser tomados de aquí: http://untaljesus.net/texesp.php?id=1600127 Puede ser
escuchado aquí: http://untaljesus.net/audios/cap127b.mp3
Para la revisión de vida
Pedro proclama lo esencial de su fe, y lo que
debe ser también el núcleo de nuestra fe: que Jesús fue rechazado y muerto por
su compromiso con el amor y la justicia, pero que Dios se puso de su parte
resucitándolo, y que él y los demás apóstoles son testigos de esta
«parcialidad» de Dios. ¿Me siento yo también testigo de que la razón la lleva
el amor y la justicia? ¿Acaso en otra cosa consiste el ser cristiano?
Para la reunión de grupo
-
El contexto histórico del testimonio de los apóstoles sobre la resurrección
de Jesús es siempre un ambiente de persecución: las autoridades "políticas
y religiosas" de Israel persiguen a quien crea y sobre todo a quien
proclame esa resurrección. ¿Por qué? Este porqué puede orientarnos mucho para
saber el significado que proclamar la resurrección tenía en aquel contexto. Hoy
nadie persigue a quien proclame la resurrección de Jesús o simplemente a Jesús
y su mensaje. ¿Por qué? Este porqué puede iluminarnos sobre la vigencia o la
pureza actual del mensaje que predicamos como «resurrección de Jesús».
-
Los relatos de las apariciones de Jesús, y su resurrección misma ha
sido entendidos muy literalmente, como narraciones directas de hechos físicos
acontecidos exactamente así... Ello ha conllevado en el pueblo cristiano (en
nosotros) la creación de un imaginario sobre la resurrección y el más allá de
la muerte también muy "cuasi-físico", como si fuera enteramente
conocido o cognoscible, describible, desprovisto de todo misterio... ¿Cabe hoy
mantener el sentido profundo de la fe en la resurrección de una forma más
crítica, sin hablar a la ligera de la misma, reconociendo que no
"sabemos" casi nada de ella, y sospechando que mucho de lo que
clásicamente hemos dicho al respecto sea sólo imaginación, símbolos inadecuados
y no -desde luego- descripciones cuasi-físicas que haya que considerar como
"materia de fe"?
-
Léase el artículo de Jon Sobrino «El resucitado es el resucitado» (http://servicioskoinonia.org/relat/219.htm) y
coméntese ese enfoque de interpretación del significado de la resurrección de
Jesús.
-
En todo caso: ¿cómo entender pues hoy el contenido profundo de la fe
en la resurrección? ¿Y qué significaría hoy «dar testimonio de la
resurrección»?
Para la oración de los fieles
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Para que la Iglesia dé testimonio de su fe y su esperanza, anunciando
de palabra y obra al Dios de vivos que ha resucitado a Jesús. Oremos...
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Para que toda la humanidad avance en el camino de la paz, la justicia
y el respeto a los derechos humanos. Oremos...
-
Para que las desigualdades y las injusticias sociales nos hagan ver la
necesidad de transformar nuestra sociedad, haciéndola conforme al Reino de
Dios. Oremos...
-
Para que cesen el hambre, la pobreza, la discriminación, la
explotación, la guerra, la violencia. Oremos...
-
Para nos esforcemos en tener un conocimiento cada día más profundo de
las Escrituras que nos lleve a sentir más cercano a Dios y a ser más solidarios
con los hermanos. Oremos...
-
Para que nuestra comunidad viva la Eucaristía de manera que nos lleve
a mayores exigencias y compromisos. Oremos...
Oración comunitaria
Dios Padre nuestro: te rogamos que tus hijos
e hijas nos llenemos de gozo y esperanza al celebrar el triunfo pascual de
Jesús. Que este gozo nos fortalezca para permanecer fieles al amor y a la
Justicia, seguros de que también triunfarán. Nosotros te lo pedimos por Jesús,
hijo tuyo y hermano nuestro. Amén.
Te
invocamos, Fuerza y Misterio del Universo, a quien reconocemos como energía
original, Padre y Madre, Dios Universal. Nosotros creemos que en Jesús de
Nazaret, y en los maestros espirituales de todas las religiones del mundo, Tú
has salido al encuentro de la humanidad, para hacernos entrever el misterio
inescrutable en que vivimos, nos movemos y hacia el que caminamos. Respetuosos
con tu silencio, expresamos nuestro deseo de contribuir a que todo ser humano
descubra que Tú eres Vida y nos llamas a la Vida. Te lo expresamos caminando
tras los pasos de Jesús de Nazaret, hijo tuyo y hermano nuestro. Amén.
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