Servicio Bíblico Latinoamericano
Domingo 6 de julio de 2014
Domingo 14º de tiempo ordinario - Ciclo A
María Goretti, virgen y mártir (1902)
Zac 9,9-10: Mira a tu rey que viene a ti modesto
Salmo responsorial 144: Bendeciré tu nombre por
siempre, Dios mío, mi rey
Rom 8,9.11-13: Si con el Espíritu dan muerte a las
obras del cuerpo, vivirán.
Mt 11,25-30: Soy manso y humilde de corazón
La profecía de
Zacarías era ‘una piedra en el zapato’ para los fanáticos que en la época de
Jesús buscaban un mesías triunfante y nacionalista. Zacarías nos ofrece una
reflexión que sintoniza mucho con las grandes aspiraciones de las comunidades
que, después del exilio babilónico, intentaron reconstruir la identidad
nacional a partir de elementos universales, pluralistas y comunitarios. La
esperanza del pueblo de Dios no podía estar en un guerrero triunfador como
David ni en un diplomático equilibrista como Salomón. El pueblo quería algo
diferente y definitivo. Atrás quedaron los modelos militaristas,
administrativos y centralistas de todos los reyes de Israel y Juda. El pueblo
quería una persona que fuera capaz de encaminar la nación por los rumbos
añorados de la justicia, la paz y la solidaridad. El profeta Zacarías asume
esta propuesta y la lanza a todo el pueblo de Dios como una gran utopía.
Para Zacarías, el nuevo gobernante debía distinguirse por la humildad,
la justicia y su carácter pacífico. La humildad entendida como la capacidad
para andar en la verdad, no como sumisión y conformismo. La justicia como pilar
de una organización social en la que se le da a cada persona de acuerdo con sus
necesidades y no según sus ambiciones. El pacifismo como la actitud básica para
solucionar los inevitables conflictos que se presentan en toda organización
humana. Tres cualidades que configuran una nueva forma de ejercer el poder. Sin
embargo, Israel se estrelló con la ambición de algunos grupos minoritarios y
poderosos que impusieron una teocracia centralista, prepotente y uniformadora.
Fueron suprimidas de manera sistemática, todas las disidencias posibles y se le
negó así al pueblo de Dios la posibilidad de intentar una utopía universalista,
solidaria y transformadora. Se centró todo el poder en unas pocas familias que
controlaban el Templo, el gobierno y la tierra. Así, los pobres de Yahvé no
tuvieron la posibilidad de dar vida a su proyecto por falta de posibilidades
económicas, de apertura política y de libertad religiosa.
El evangelio de Mateo nos presenta a Jesús con las características
mesiánicas de la profecía de Zacarías: una persona pacífica y humilde,
apasionado por hacer realidad la Utopía de Dios. Por esta razón, Jesús no se
identifica con los ideales acerca del Mesías, vigentes en su época. No hay en
él el más mínimo asomo del militar aguerrido e irresistible que con un
formidable despliegue eliminaría las pretensiones del imperio romano, ni del
sacerdote excelso que con sus extraordinarias dotes santificadoras
transformaría el Santuario de Jerusalén, ni del gobernante extraordinario que congregaría
al pueblo de Israel disperso por el mundo. Jesús no comparte estos proyectos,
como tampoco las extravagantes aspiraciones de los nacionalistas furibundos que
veían en el imperio romano un peligro que no eran capaces de descubrir al
interior de ellos mismos, la violencia incontenible.
Los ideales de Jesús estaban más cerca de las grandes tradiciones
proféticas que aspiraban a que el pueblo de Dios fuera capaz de organizarse
como modelo alternativo de sociedad. Por esta razón, valores como el pacifismo
y la humildad eran urgentes y necesarios. El pacifismo obliga a asumir
actitudes dinámicas de transformación social pero, al mismo tiempo, no se rinde
a la imparable lógica de la violencia. La humildad, por su parte, exige
reconocer en cada momento los propios límites de la existencia y las barreras
intrínsecas de la historia. Humildad y pacifismo hacen de un proyecto tan
grandioso e imponente como el reino de Dios, algo al alcance de los pobres y
excluidos.
Jesús, sin embargo, sabía perfectamente que no bastaba con que el ‘rey’
o líder poseyera atributos excepcionales para que la situación cambiara. Para
él, era necesario que una comunidad de hermanos y hermanas se comprometiera a
vivir la alternativa, a demostrar al mundo que «otras maneras de organización
eran posibles», que la lógica aparentemente inextinguible de la violencia podía
ser controlada. Por esto, Jesús insiste en la necesidad de asumir el ‘suave
yugo’ de la vida comunitaria y la ‘ligera carga’ de las opciones evangélicas.
Pero, atención, esto no es para todo el mundo. Es necesario madurar la fe y
crecer como personas antes de meterse en este proyecto. Porque para quien no ha
crecido en la dinámica de la comunidad, sino que ve todo desde ‘afuera’, desde
los valores sociales vigentes, los ideales de Jesús son una carga abominable y
el ideal de la cruz una ideología insufrible. No podemos pedir a cualquiera que
asuma la inmensa responsabilidad del pacifismo si toda su vida ha creído que la
‘ley del revólver’ es un destino inexorable. No podemos pedir mansedumbre a una
persona a la que siempre le han enseñado que el control de los demás, las
ambiciones de ascenso social y el arribismo son las herramientas para
‘progresar’ en la vida.
Jesús quiere una comunidad en la que los lazos de solidaridad, afecto y
respeto hagan de un grupo humano una gran familia consagrada a la realización
del Reino. Una comunidad en la que los sencillos, los pequeños, hallen un lugar
de importancia y sean los gestores de una nueva manera de organizar las
relaciones interhumanas. Porque, como dice Pablo, sólo el ser humano
espiritual, o sea, el ser humano que se ha abierto a la acción del Espíritu de
Dios, es capaz de vivir la vida en plenitud, es decir, en gozosa aceptación y
armonía con la humanidad.
[Otro tema sobre el que centrar la homilía puede ser el motivo de la
alabanza de Jesús al Padre por «haberles revelado estas cosas»... Cfr. infra el
apartado «para la reunión de grupo»].
Para la revisión de vida
Dice Jesús: "vengan a mí todos los que
están cansados y agobiados, y yo les aliviaré". ¿Cuáles son mis
cansancios? ¿Qué los causa: el trabajo por el Reino o mis intereses personales,
mis egoísmos? ¿Dónde y cómo busco alivio a mi cansancio?
Cuál
es mi valoración de la sabiduría de los pequeños, los sencillos... los obreros,
los campesinos, los indígenas...? ¿Creo que el pueblo, la clase popular, tiene
su sabiduría y su capacidad, o que siempre necesitará de la clase «superior»
para gobernar la sociedad, la política, la cultura...?
Para la reunión de grupo
-
“Te alabo, Padre, porque has revelado estas cosas a la gente
sencilla...” La frase podría entenderse como la afirmación de que Dios ha hecho
“revelaciones especiales” a los pobres y sencillos... Pero, ¿cuáles son “estas
cosas” a las que se refiere Jesús?
-
Orientación de la respuesta: El contenido de esa “revelación” no son
afirmaciones doctrinales, “verdades reveladas”... sino “las cosas del Reino”.
El Padre ha revelado “las cosas del Reino” a la gente sencilla, a los pobres...
Jesús no está hablando quizá de ningún “milagro”, de ninguna “revelación
positiva”, sino de un hecho fácilmente comprobable: dada la naturaleza del
Reino de Dios, sólo lo ven con claridad ('sólo entienden estas cosas') los
sencillos, los que tienen corazón de pobre, los que no dejan que el egoísmo les
sofoque la transparencia de su mirada... Jesús se está refiriendo a lo que en
teología de la liberación se llama el «privilegio hermenéutico de los pobres»:
sólo desde abajo, desde los pobres, junto a las víctimas, se observa y se capta
la maldad de un sistema, y allí es donde más fácilmente se enciende el corazón
en la pasión por la Justicia.
-
Porque has revelado estas cosas...”. La palabra de Jesús puede ser
ocasión para revisar el concepto de «revelación». El concepto dominante de revelación
en muchos sectores del pueblo cristiano, todavía es un concepto de revelación
cuasi-mágica: una revelación que viene de fuera, de lo alto, extrínseca, como
una especie de milagro sobrenatural, cuyo contenido viene como un paquete ya
hecho y preparado, ajeno a toda participación o implicación de los sujetos que
“reciben” esa revelación. Este concepto está superado y hay que abandonarlo.
¿Cuál sería el concepto renovado de revelación? Sugerimos un libro de lectura:
Andrés TORRES QUEIRUGA, La revelación de Dios en la realización del hombre,
Ediciones Cristiandad, Madrid 1987, y Repensar la Revelación, Trotta Madrid
2008.
Para la oración de los fieles
-
Por la Iglesia, para que sume
su esfuerzo al de tantos hombres y mujeres de buena voluntad que luchan por
conseguir la esperanza, la alegría, la paz y el gozo de quienes se saben en
manos de Dios padre. Oremos.
-
Por todos los que viven su fe como una obligación que cumplir, para
que se encuentren con el Jesús vivo que libera de toda atadura y agobio, incluso
de los de la ley. Oremos.
-
Por todo son los que no tienen paz en sus vidas, en sus relaciones con
los demás, en su relación con Dios; para que encuentren la paz que Jesús trae
para todos. Oremos.
-
Por todos los gobernantes, para que sus palabras y promesas de
servicio a la comunidad y al bien común se traduzcan en hechos reales. Oremos.
-
Por los pobres, los sencillos, los pequeños... para que tengan parte
esencial en la construcción del nuevo mundo, justo y fraterno, que todos
anhelamos. Oremos.
-
Por todos nosotros, para que encontremos en Jesús la paz y la alegría
que él nos trae de parte del Padre, y que nos libera de nuestras fatigas.
Oremos.
Oración comunitaria
Te bendecimos, Padre, Señor de cielo y
tierra, porque has escondido grandes cosas a los ‘sabios y prudentes’, y se las
has revelado a los sencillos. Te pedimos que también a nosotros nos des un
corazón de pobre, un amor a la Causa de los pobres, y el desprendimiento
necesario para no dejarnos atar por los intereses egoístas, de forma que
siempre sepamos captar el sentido de “estas cosas” que revelas a los sencillos.
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